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Olvidarme del mar en la ola de su abrazo
que atrapándome me ahoga;
de la tierra, cavarme surco imponderable
bajo la discreción rigurosa de la piedra
Oh Ángel insomne de Dios
¿por qué te has olvidado de mí?
Recapacita en esta noche adolorida
y dime si, desde la absurda crudeza
que aún permite darle significado tosco a mi vida,
pudiera humildemente arrodillarme
junto a ti
hasta no sentirme sacrílegamente indigna
Oh fortaleza derrotada
francamente dura, entre lo ambiguo, y dividida,
dejas que filtre dulce la luz por tus fisuras y canales
para abrirle la puerta a esta penumbra sola
Rosa Iglesias
30 julio 2011