.
En realidad...
ya no había nada que hacer
El azul de su mirada
era un vidrio con matices opiáceos.
La boca, oscura y medioabierta, florecía con lavandas
y dulces violetas desteñidos
Un ocaso matinal
iluminaba aquella juventud
intrigantemente marchita
- No sonrías más - , le aconsejó
un eco triste al oído...
Mientras, un ramo de ilusiones y de asombro,
rebrotaba exhuberante de júbilo
en su pecho...
Rosa Iglesias
30 octubre 2011